jueves, 3 de junio de 2010

Locke y el origen de las ideas


e la filosofía de Locke debemos decir que es esencialmente moderna. Esto significa que tiene en su base el cogito cartesiano. El conocimiento para Locke, también es conocimiento de ideas y no de cosas de modo directo. Las ideas representan en la mente a las cosas, por eso es tan importante saber de dónde vienen. Las ideas provienen de la sensación y de la reflexión, ambas fuentes constituyen lo que se denomina la experiencia.


Las ideas simples

Las primeras ideas de la que se vale la experiencia son las ideas simples. Estas son algo así como los ladrillos con los que se construye el conocimiento. Son singulares e irreductibles a otras ideas, y representan a los objetos externos dentro de nuestra mente.

En resumen tenemos:


  • Ideas simples provenientes de la sensación 1 : (De un sólo sentido) luz, color, olor, sonido, etc... (Cualidades secundarias).
  • Ideas simples provenientes de la sensación 2 : (De varios sentidos) extensión, figura, movimiento, reposo, unidad y pluralidad, etc... (Cualidades secundarias).
  • Ideas simples provenientes de la reflexión : percepción, volición, recuerdo.

  • Ideas simples provenientes de la sensación y la reflexión : placer, dolor, poder, sucesión, etc...


Las ideas complejas

Así como las ideas simples surgen en la mente de modo espontáneo, al mismo tiempo que esta se comporta de modo pasivo; las ideas complejas son formadas por la mente de modo activo por combinación de ideas simples.

La mente comparando y asociando ideas simples elabora las ideas complejas que son los que en la Edad Media se denominaron "universales" y que dieron lugar a feroces debates entre nominalistas y realistas.

Las ideas complejas son de tres tipos:
  • Modos: Son aquellas que se consideran como dependientes de las sustancias y no subsistentes por sí mismas (triángulo, gratitud, asesinato, etc...)
  • Sustancias: Estas, en cambio, son todas aquellas que indican cosas particulares que son independientes y subsistentes por sí mismas (plomo, hombre, etc...)
  • Relaciones: Las ideas de relaciones consisten en la comparación de una idea con otra.

Por ahora, nada más.


lunes, 19 de abril de 2010

Ockham y la filosofía moderna






acia finales de la Edad Media, en Oxford, Inglaterra muchos franciscanos y dominicos participaban activamente de la vida de la Universidad. Entre los franciscanos se encontraba Guillermo de Ockham.
Ockham fue un fraile de una inteligencia privilegiadamente aguda y filosa como una navaja. Capaz de encontrar sutiles distinciones y clasificaciones en cualquier tema que estudiara. Su rigor lógico lo llevo a elaborar un método filosófico propio que consistía fundamentalmente en el análisis proposicional. Ockham investigaba el tipo de entidades que los conceptos significaban en tanto partes de los enunciados que la inteligencia forja al conocer.
Por esto útlimo la teoría del conocimiento del fraile tendrá como eje la naturaleza del concepto como signo mental y como parte del enunciado.
Para comprender al concepto como signo mental conviene antes entender qué es un signo. Un signo es algo que muestra otra cosa al intelecto. Ockham distingue dos tipos de signos aquellos que precisan un conocimiento previo de lo que significan, y aquellos que son el primer conocimiento de lo mismo. Es decir, hay signos que sólo significan otra cosa si el sujeto tuvo previamente alguna experiencia del significado, así si uno ve p.ej. el signo que aparece a la derecha, denominado ANK no ve un signo, sino una cosa (en el mejor de los casos tiende uno a pensar en una cruz dada su semejanza). Sin embargo, si hubiera entre uds. alguno que se haya dedicado a estudiar la cultura egipcia inmediatamente no estaría viendo un dibujo similar a una cruz sino el signo de la vida eterna, pues para los egipcios eso era. Por eso, una cosa son los signos que significan en base al recuerdo, y otra los que lo hacen por primera vez. Entre estos últimos se encuentran los conceptos.
En efecto, lo que hace un concepto es traer al intelecto por primera vez una cosa que estaba fuera de él.
Ahora bien, el pensamiento de Ockham anti-platónico desde la raíz (aún cuando por momentos aparezcan resabios de esta filosofía heredados del agustinismo) y esto se manifiesta en su negación rotunda de la existencia real y actual de esencias universales. Pero entonces, ¿cómo es que nuestros conceptos mentales son universales? ¿cómo es que pensamos ideas que se aplican a muchos, la idea de hombre, de animal, de árbol, de virtud, etc.? ¿A qué responden estas ideas, dado que no lo hacen al mundo real pues allí sólo hay seres singulares?
Por eso fray Guillermo distingue dos tipos de conocimientos, el conocimiento intuitivo (notitia intuitiva) y el abstractivo (notitia abstractiva). El intuitivo mientras vivamos en este mundo y nuestra alma esté unida al cuerpo, viene siempre acompañado de un conocimiento intuitivo sensible. Todo conocimiento intuitivo es conocimiento de los entes singulares en su absoluta singularidad. Cuando hay un conocimiento intuitivo de un árbol, es un conocimiento de este árbol concreto que se me presenta a mi mirada. Pero el conocimiento intuitivo permite a la inteligencia forjar un conocimiento abstractivo. Se denomina así porque es un conocimiento del mismo árbol pero haciendo abstracción de sus características innecesarias. El conocimeinto abstractivo es el concepto universal. Su universalidad consiste en que representa de manera confusa a este árbol concreto y, por lo tanto, servirá para representar a todo individuo que se le parezca.



La huella que deja Ockham a la posteridad es la distinción entre intuición y abstracción, entre un conocimiento singular y un conocimiento universal. Con el tiempo se irá borrando la línea que separa el conocimiento intuitivo intelectual del conocimeinto intuitivo sensible del objeto singular y quedarán dos opciones: el conocimeinto de experiencias y el conocimiento de ideas. Esta división dio lugar a las dos corrientes más fuertes del pensamiento moderno: el empirismo del lado de la experiencia y el racionalismo del lado de las ideas.

lunes, 5 de abril de 2010

Para encarar el relativismo


El relativismo consiste en afirmar que cada uno tiene su propia concepción de las cosas y que, por tanto, no se puede hablar de una única concepción que sea la verdadera. En estas condiciones o no hay verdad, o no hay una única sino que cada uno tiene la suya.
Este argumento tiene una parte irrefutable y otra falaz. La parte irrefutable es el hecho concreto de que cada uno ve la realidad desde su propia perspectiva, influido por todo su trasfondo histórico-cultural-psicológico-social-etc... No hay duda. Nadie puede negar esta premisa sin caer en el absurdo. Sin embargo, hay una falacia en el paso de esta premisa a la conclusión. Se afirma que en virtud de la primera no existe una verdad absoluta pero debería concluirse que no hay una concepción absoluta, lo cual ya se afirmó en la premisa. Pero ¿concepción del mundo es lo mismo que verdad? No. Se dice verdadera la afirmación que concuerde con la realidad. Por tanto, una concepción será más o menos verdadera en tanto se acerque o se aleje de lo que las cosas son.
Ahora bien - y este es el punto que voy a ampliar aquí -, ¿cómo sabemos cuando una afirmación concuerda o no con la realidad?
Se abre entonces una segunda cuestión aneja a la anterior, y es la cuestión del método del conocimiento. El método, entonces, es el modo de constatar la verdad de una afirmación.
Para poder discernir el método adecuado, es preciso detenerse a los términos de la afirmación en cuestión y a la naturaleza de la misma. Si se trata de una afirmación del conocimiento científico, si es una sentencia filosófica, si es un dogma de Fe. Cada una se resuelve aplicando el método propio.
Los enunciados de las ciencias empíricas se resuelven siguiendo el método científico. Alguien me preguntará, ¿alcanzan una verdad absoluta? Yo le diré, depende. Depende de cuán observable sea la entidad estudiada. Si se tratara de una entidad completamente observable como por ejemplo, un hueso, la sangre, el cerebro, o una estrella, se podrá conocer con certeza todo aquello que podamos observar de él. Si se trata de una entidad hipotética (p.ej. un átomo), quedará sujeta siempre a reformulación y ajustes de acuerdo a las observaciones de los fenómenos que supuestamente explica.
Los enunciados de las matemáticas se resuelven siguiendo el método matemático: Los sistemas axiomáticos. Se trata pues de reducir todo enunciado a las definiciones de los objetos que trata y a los axiomas y postulados de los que parte.
Los enunciados filosóficos deben resolverse en los primeros principios del ser y del conocer. El principio de no-contradicción, el de identidad, el de tercero excluido, y otros. Las verdades filosóficas, al igual que las teológicas, tienen la desventaja de que versan sobre cuestiones que nos son claves para vivir en el mundo. Las verdades filosóficas nos comprometen hasta el fondo. Si bien en todo son más ventajosas para nosotros, sin embargo, son más difíciles de aceptar. Una verdad matemática no nos cambia la vida. Tampoco lo hace una verdad física, pero las filosóficas (como la de todas las humanidades) nos tocan muy de cerca. Esto arrastra las discusiones y dificultades en las que se enroscan los filósofos cuando expresan sus intuiciones.
En el caso de la teología, o la fe. Las verdades deben resolverse en las fuentes de la revelación previamente aceptada por la propia voluntad. Es cierto que hay algo de "irracional" en la Fe, y es la aceptación de los principios, pues los aceptamos no porque nuestra razón nos "obligue" sino porque nos parece fidedigno el testigo que nos lo enseña: Jesucristo (en el caso de los cristianos). Pero los motivos por los que nos parece fidedigno no son nada irracionales. Una vez aceptadas las fuentes de la revelación, solo nos queda escuchar, creer y reflexionar.
De este modo, y por su fragilidad desde el punto de vista humano, la Fe primero y la filosofía después quedan sometidas a las oscuridades y confusiones que pueda sufrir el sujeto de conocimiento.

miércoles, 31 de marzo de 2010

El árbol de Porfirio (Naturales)

Porfirio, como les decía hoy durante la clase, era un filósofo neo-platónico del s. III d.C. que propuso que los conceptos se ordenan siguiendo una disposición de acuerdo a su extensión. Dado su neo-platonismo (y recordando el pensamiento de Platón pueden ustedes suponer a qué me refiero) él pensaba que ese orden era real y se daba en el mundo de las ideas. Sin embargo, intuyó esa realidad que para nosotros es tan evidente y que nos permite organizar nuestros conocimientos con tanta facilidad. La extensión y la comprensión de los conceptos son inversamente proporcionales: "A mayor comprensión, menor extensión, y viceversa". De aquí que podamos ordenar los conceptos por extensión decreciente y comprensión creciente y formar, de este modo - como Pofirio - un árbol.
En la copa, los conceptos más amplios. Aquellos cuya extensión es máxima. Los denominados géneros supremos, debajo de estos se estructuran los demás conceptos de menor extensión hasta llegar a la especie. Por fin, fuera del ámbito mental, están los individuos de los cuales nosotros abstraemos los conceptos.

A Porfirio le quedó algo así... (Se los tenía debido).


martes, 30 de marzo de 2010

El tiempo y el espacio


Uno de los temas centrales en los que desembocó la filosofía moderna fue el tema del tiempo y el espacio. La cuestión fundamental, planteada por Newton y discutida por Kant, era si ambos eran realidades reales fuera del sujeto, esto es, si existía, de hecho, un tiempo absoluto y un espacio absoluto. Newton lo afirmaba. Toda su física (que es la que se estudia en el colegio secundario) lo presupone. Sin embargo, Kant lo niega. Tiempo y espacio son categorías del sujeto, condiciones a partir de las cuales el sujeto capta empiricamente las cosas.
No fue poco ni absurda su intervención. Al contrario, Kant dejó su huella hasta nuestros días. La física moderna se construyó sobre las bases de esta concepción. Pero se construyó así porque descubrieron que no puede hablarse de tiempo ni de espacio sin incluir al sujeto.
La posición del sujeto en relación al conocimiento es, pues, el eje de la filosofía moderna. En torno a este problema girarán todas nuestras reflexiones de este año.
Buena suerte y a pensar.

Bienvenidos

Vamos a probar este método moderno para las clases de Filosofía. Todavía no soy muy ducho en el uso de estos sistemas actuales, pero con el tiempo iré aprendiendo... y además dejará de ser actual.
Bueno, la idea es ir bajando algunas explicaciones sobre temas que hayan salido en clase y, llegado el caso, colgar del blog lo que haga falta para que uds. estudien. Por ahora los dejo con la foto que hay en el cuadernillo.